domingo, 19 de enero de 2014

PESCANDO NAVAJAS
Un abuelo y su nieto se intercambian experiencias entrañables vividas en la misma edad , contadas con distintas edades pero envueltas en esa cálida relación que se establece entre ellos .


Dos escenarios de sus historias el mar y tierras castellanas y una charla sencilla con mucho sentimiento.

El libro lo podeis adquirir en Madrid en la librería “LA FUENTECILLA"

C/ Francisco Brizuela 3

jueves, 16 de enero de 2014

Viajes en papel

Gema y yo hemos participado en el proyecto Viajes en Papel para la Fundación Aladina. Gema como ilustradora del cuento El viaje de Kaled y yo como escritora con el cuento Pescando Navajas.



lunes, 4 de noviembre de 2013

RECORDÁNDOTE

 


Tengo tú cara clavada en mi corazón
si la fuerza de mi deseo tuviese alas
tus brazos apagarían el suspiro de mi pecho
la fuerza de tus labios, el grito de mi garganta

Tengo el azul de tus ojos metido en mi corazón
se....-como son tus manos acariciando
puedo recorrer todas las líneas de tu cuerpo sin tocarlo
he probado tus lágrimas de sabor  amargo

Tengo el aliento de tú boca en mi corazón
siento tú sombra rondando,fantasma de mi lecho
me sorprendo sintiendo tus brazos en mi cintura
cerrando los ojos puedo hasta tocarte....

martes, 4 de junio de 2013

De vuelta a casa


Había regresado por fin a su casa, después de una larga ausencia, en seguida subió a la azotea , era su lugar favorito. Las jardineras, gracias a los cuidados de una amiga estaban bien cuidadas y como la primavera empezaba a despuntar los pequeños arbolitos que se podaron a finales de enero estaban echando sus brotes. Ya tenían flores los alhelíes y los tulipanes rojos asomaban por entre el verde de la hierbabuena. Allí ella respiraba hondo y sentía una paz como en ningún otro lugar. Quizás si alguien le hubiese visto pasar la mano suavemente por las plantas y flores no entendería pero aquella caricia era un recuerdo contenido. No siempre tuvo ese amor a las plantas, es más hubo un tiempo en que le fastidiaba que ellas le robasen el tiempo que él les dedicaba, pero cuando murió y pasados unos días subió a la azotea y las encontró casi secas y mustias les echó un agüita y cuál no sería su sorpresa cuando al día siguiente las encontró enderezadas, le estaban dando las gracias y desde aquel día las cuidaba y ellas le compensaban con su alegre colorido.

Paseo su mirada por los tejados y azoteas próximas y luego alargo la vista hasta el cementerio de San Isidro, destacaba el verde oscuro de algunos cipreses. ¡Cuánto ha cambiado todo ¡ Ahora el espacio esta atiborrado y por el otro lado que en un tiempo veía la sierra y las montañas con su nieve ahora estaba amurallado con una fila de casas.

No estaba dispuesta a que la nostalgia hiciese mella en su corazón así es que rápidamente se calzo unas deportivas y salió a la calle.  Fue al parque al del Barco Pirata , se sentó en un banco el sol lucia y calentaba , se estaba bien , se propuso observar para ver cómo era ahora la gente, sus vecinos ,se preguntaba si después de su larga ausencia reconocería a alguien. Muchos niños jugaban en el parque. El Barco estaba lleno de pequeños piratas que pugnaban por subir a lo alto, escalar y tirarse por los toboganes al mar de arena.

¿Cómo te llamas? Se aventuro a preguntarle al pequeño que jugaba con un cubo y pala en la arena cerca de ella: Pedro, respondió .Se ensimismo mirando como una y otra vez el niño afanosamente llenaba el cubo de arena y lo vaciaba. Nadie parecía estar pendiente de Pedro, así es que ella se intereso. ¿Tú madre está por aquí? Quizás, pensó sea la oportunidad para empezar a conocer a alguien del barrio. No, respondió ¡Ah!         ¿estas con amiguitos?. El niño levanto su cabecita de cabellos negros y ensortijados y abrió mucho sus grandes ojos. No, estoy solo.

Decidió esperar, seguro que en algún momento alguien aparecería. Cerró los ojos. Jugó con sus hijas en el Barco Pirata, le dolían de perseguir con ellos a las tres por las escalas, los brazos de alzar a la más pequeña y tirarla por el tobogán, las piernas de correr detrás de la pelota. Algunos chavales más mayores hacían virguerías subiéndose a lo más alto.

En el parque paseaban personas mayores, algunas en grupos se veía mientras charlaban entre ellas aprovechaban para  quemar algunas calorías. De vez en cuando dejaban paso a un ciclista, a un deportista que corría o a un perro.

Tenía que organizarse, mañana iría al super cerca de casa, haría una buena compra para que subiesen todo y tener para una temporada lo necesario. Esperaba con alegría la visita de sus nietos, planearía con cuidado como tener preparados sus platos favoritos, lo que más le gustaba a cada uno.

Dos mujeres se sentaron en el banco a su lado. Las presto un poco de atención. Eran guapas, de piel morena, hablaban de los niños, cuatro o cinco que correteaban por el interior del Barco Pirata, de las papillas, de las meriendas. Rápidamente pasaron a conversar del pelo y de las uñas, de la peluquería que frecuentaban, por su acento dedujo que su país de origen no era España. Las miro tratando de sonreír y entablar conversación. Pedro cogió una paletada de arena y la vació desde lo alto del cubo levantando una nube de polvo. Las dos mujeres no dijeron nada y se fueron al banco que estaba justo al otro lado.

¿No viene nadie a jugar contigo Pedro? No. ¿Juegas tú conmigo? ¿a qué? .A contar cuentos. Tú primero. Ella escogió uno de los que guardaba en su memoria:

“Cuentan que un labriego subía por la Cuesta de la Vega con su carro lleno de guindas. Tiraba el burro con parsimonia de la colorida carga, cuando una piedra del camino se hincó en su pezuña. Al pegar un respingo se vino a tierra el carro rodando las guindas por el suelo. El labriego se lamentaba de su mala fortuna, gritaba, pataleaba….Pasaba por allí un frailecico que compadecido ayudo a levantar el carro, recogiendo con paciencia las guindas. El labriego sorprendido y agradecido al ver que su carga no se había malogrado pidió al frailecico que le diera sus señas, quería recompensar el favor recibido con un donativo. Pasados unos días acudió al convento con la intención de cumplir su promesa. Llamo  al portalón preguntando por el fraile Antonio que le había ayudado. Aquí dijo el portero no hay ningún fraile con ese nombre, pero puede pasar y le mostrare con gusto nuestro convento que tiene un bonito claustro. Cuál no sería la sorpresa del labriego cuando colgado en una de las paredes había un cuadro con el retrato del mismo fraile que le ayudó a recoger sin estropear ninguna todas las guindas. Pero… si es este el fraile que me ayudo dijo ¡OH! Es imposible este es San Antonio”.

Esta historia Pedro esta recogida en un cuadro ¡Pedro! Grito. Miro a su alrededor Pedro no estaba. En todo lo que su vista podía abarcar no vio al niño. El sol se estaba poniendo y sintió frio. Las mamás recogían los juguetes desperdigados por la arena del parque.

Gracias Pedro por hacerme compañía. Regresemos a casa que tenemos mucho trabajo por delante.

 

viernes, 19 de abril de 2013

PRIMAVERA

Hoy con el nuevo día, renace la esperanza

Un leve rayo de sol entra por mi ventana

El aire me trae tú cálida mirada

Olor de café recién hecho y tostadas

La risa de tú hija alegra mi alma

Da vigor a mi cuerpo, chispa a la mirada

Me hace levantar los ojos y decir gracias

El cielo es azul, la noche clara

Hay numerosas estrellas, luna plateada

Toda la belleza trasciende, asombrada

De una semilla que era casi nada
 

Ha nacido un brote, un árbol con ramas

Puede que hubiera estiércol para que brotara

Dolores, penas, inviernos, nevadas

Pero esta primavera hay que aprovecharla

No me pierdas ni un segundo de su risa y sus caricias

Yo por mi parte para esto soy una avara
 

sábado, 2 de marzo de 2013

EL PASO DEL TIEMPO






Una vida desde la fe se asemeja más a la subida a una montaña que a la somnolencia de quién esta sentado al lado de una chimenea . Ahora bien , quien emprende la travesía sabe y experimenta cada vez más que la aventura a la cual nos invita la fe, merece la pena (Benedicto XVI).

La fidelidad es una virtud que supera el tiempo, tiene que ver con la eternidad ?????.

El futuro se construye donde los hombres se encuentran mutuamente con convicciones capaces de configurar la vida y el buen futuro crece donde estas convicciones vienen de la verdad y a ella llevan . (Benedicto XVI)

La luna hizo su ronda por el cielo tantas veces que perdí la cuenta (Isabel San Sebastian . Un reino lejano).

Espero que mi vida continúe siendo como un sendero . Mientras caminaba hacia La Meca, vi con claridad que en la trama del mundo la vida del hombre es de todas formas una gran ventana que supone mi crecimiento, hacia lo máximo del ser , una maduración ,una unificación pero al mismo tiempo paradas, crisis y disminuciones.
(Jesús Sanchez Adalid - El Mozárabe).

viernes, 8 de febrero de 2013

POR SAN BLAS LAS CIGÜEÑAS VERAS

Una  mañana de cierta primavera llegaron a lo alto del campanario de un pueblo castellano María Cigüeña, José Cigüeño y Pepito Cigüeñin. Venían de muy lejos, el lugar les era muy familiar y muy querido. José Cigüeño paseo su vista lentamente por todo el paisaje, como queriendo comprobar que nada había cambiado, y que cada cosa permanecía en su sitio.
Allá a lo lejos se divisaba el cauce de un pequeño riachuelo con su puente, una pareja de vacas tiraba de una carro. El hombre iba delante, amoldando su paso al cansino de los animales. Unas cuantas mujeres lavaban la ropa y la tendían sobre la hierba o en las paredes de piedra de los prados  .A ráfagas se oían las risas y su parloteo. También sonaban , de vez en cuando, algunas esquilas.
José Cigüeño pensó que el vaquero con sus vacas no debía de andar muy lejos .María Cigüeña estaba muy atareada colocando las ramitas del nido en su sitio, mientras Pepito Cigüeñin no dejaba de dar la lata rebulléndose en el nido, hasta reconoció   José Cigüeño el gallo del tío Tino, que había crecido mucho y tenia el plumaje cambiado.¡Caramba! le comento a María Cigüeña, que orgulloso se ha vuelto este animal, mientras observaba como el gallo se paseaba con la cabeza erguida por el corral.
Ya salía humo de muchas chimeneas y  le pareció percibir el burbujeo de los pucheros cociendo en la lumbre al pie de los leños, lo que si llego hasta él de un modo claro fue el olor a leña quemada y esto le hizo recordar que era necesario aprovisionarse de algún alimento, pero no quiso hacerlo sin antes haberse paseado con cierto detenimiento por todo el campanario , el tejado y hasta asomar el pico al camposanto que estaba al lado de la misma iglesia.
¡Qué orgulloso estaba él de este lugar, que era su casa por algún tiempo! De todos los nidos  que tenía, este era el que más le gustaba. Las casas subían por la ladera del monte hasta cerca de la iglesia, que estaba en lo alto, parecía como si las chimeneas y los tejados estuvieran de rodillas.
Sino hubiera sido por que el estómago empezaba a dar señales de no tener nada dentro estaría aquí un rato más, pero Maria Cigüeña había terminado ya el arreglo del nido y con su tac-tac llamó a José Cigüeño. Se cogieron de las alas y fueron volando a buscar alimentos no muy lejos .
Pepito Cigüeñin a pesar de las advertencias que su madre le había dado, no dejaba de moverse de acá para allá en el nido y es que era muy travieso.
Oyó voces y asomó el pico más y más, para poder ver de donde venían. Entonces fue cuando por primera vez supo quien era Teruche. Tenía la cabeza llena de tirabuzoncitos negros que caían en cascada desde el recogido del lazo, casi siempre de colores muy vivos. Pepito Cigüeñin veía como la niña entraba y salía por la puerta de la casa muy atareada en arreglar la casita de sus muñecas y vestirlas a todas, ahora sacaba un paño de cocina y arropaba a una de ellas, luego traía en su manita unos granos de arroz y los echaba en un pequeño pucherito de aluminio con mucho cuidado, tapaba y lo arrimaba al fuego , de vez en cuando removía con una pequeña cucharita y meneaba la cabeza simulando probar el exquisito guiso que estaba preparando contrariada porque el parecer no estaba en su punto. Embelesado    Pepito Cigüeñin con los juegos de Teruche no se dio cuenta que su pico se asomaba demasiado y cayó dando vueltas desde lo alto del campanario. Sus huesecillos se estremecieron, crujieron y pudo dar gracias a Dios de caer encima de una enorme boñiga que aquella mañana había depositado la vaca del tío Quico.
En el silencio de la tranquila mañana  Teruche percibió que algo trágico habia ocurrido en el  nido de las cigüeñas. Miro hacia la torre de la iglesia con el corazón estremecido en su pecho y le dio el tiempo justo de ver como Pepito Cigüeñin se desplomaba desde el nido del campanario. Su piar dolorido. Alarmada llamo a su amigo Pedro El Aturdido y entre los dos recogieron con mucho cuidado al magullado Cigüeñin.
De cómo volvió al nido ya os lo contare en otra ocasión porque sino sería muy largo.